Hola, soy Daniel Zalzano. Sí amigos, el mejor escritor de Córdoba después de "El peregrino" de Luis de Tejeda (que no está tan bueno) y antes de "Llévame volando a la luna" (que es mío, está bueno, lo recomiendo a sólo $ 20?).
Ustedes se preguntarán por qué, siendo que el clima golpea con 35 grados y 89 por ciento de humedad, yo sigo vistiendo la polera negra de poliester y cashmilon y saco y pantalones de corderoy. Pues bien, primero porque me las banco y segundo porque hay una reputación que mantener.
¿Alguna vez les conté la historia de Coco Basile, el inventor del "metegol
humano"?
Sucedió a orillas del río Suquía a la altura del antiguo molino Minetti (también les recomiendo el libro "Minetti botón, igual que la yuta que corre a los duendes de mi corazón", escrito por mí y musicalizado por la más dulce y profunda voz de la música, sí amigos, Jairo). A propósito, estoy escribiendo un nuevo poema titulado "Nilo Neder ve más allá del fútbol a través de sus gruesos lentes verdes culo de botella", habrá un anticipo exclusivo en mí (perdón) en el diario La Voz del Interior, el domingo 33 de marzo de 2007.
Coco era de sos muchachos inquietos que armaban un triciclo con dos cañitos herrumbrados y salían a jugar antes de la función en el cine Odeón Primero (ah, me olvidaba, yo vi King Kong 12 veces en 6 días y fuí el hombre que más café tomó en un día en el bar Oliva, que estaba en San Jerónimo y San Lorenzo).
- Coquito, decime una cosa angelito que habita en San Vicente detrás de las flores de plástico que vendía Gatt y Chavez allá por el 69, ¿cómo se te ocurrió lo del "metegol humano"?
Le preguntaste una tarde mientras recordabas cuando te orinabas en la cama.
-Mirá Dani, fui a la cancha de Juniors a ver un partido contra Unión y ahí
se me ocurrió la idea al ver a esos hombres del Albo que se movían en la cancha como dos líneas de cuatro tanques de acero. Entonces pensé: metal, fútbol, yastá: el metegol humano.
Ah, pasaron los años pero la frescura de Coquito aún perdura entre nosotros. Compré metegol humano a un precio irrisorio porque justo me tenté con un chiste que me habían contado ese díaAh, ya lo dice aquel poema (mío) que evoca a Coco:
El cine negro de la Warner le aceitó el ojete
Doña Petrona no era la madre del nacido
porque el nacido era huérfano y no conoció la vieja...
Por lo tanto, alguien se robó los faroles de la Cañada y en Humberto Primo y Tucumán hay cada vez más travesaños...
viernes, 30 de noviembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario